La revolución del Mindfulness lleva casi 40 años en occidente, desde que el investigador estadounidense Jon Kabat-Zinn empezara los primeros estudios en los años 80. En los últimos años la práctica de la atención plena viene de la mano de la compasión. En sus orígenes budistas se equipara a un pájaro con dos alas: mindfulness y compasión, es decir, ambas son necesarias para volar.
Para la mayoría de nosotros, entender y practicar la compasión es bastante “natural”, ya que somos capaces de sentir el dolor ajeno y querer ayudar como podamos a aliviarlo. Sin embargo, cuando hablamos de autocompasión, nos chirrían los dientes. ¿Qué es la compasión hacía nosotros/as mismos/as?
Cuando practicamos la compasión con nosotras mismas (autocompasión) nos damos comprensión, amabilidad, cariño y entendimiento cuando estamos pasando por momentos difíciles y emociones dolorosas, tal y como lo haríamos con una persona querida que está pasando por algo parecido.
Es lo opuesto a la autocrítica, al autodesprecio y el juicio. Identificamos nuestro dolor, y nos damos comprensión para tranquilizarnos y poder sentirnos seguras y queridas. La amabilidad con nosotras mismas, nos ayuda a acercarnos a nuestros sentimientos con curiosidad y apertura. La autocompasión es uno de los cimientos del cambio, poco a poco cambiamos la autocrítica, culpabilidad y autoexigencias por la comprensión.
Cuando te des cuenta que te exiges el cambio con dureza, o que piensas o hablas con frases que empiezan con un “debería hacer más…”, “tengo que ser capaz de…”, etc. intenta cambiarlo por algo más amable que empiece con un “me gustaría empezar a …”, “me merezco…”.
«La curiosa paradoja de la vida es que cuando me acepto como soy, entonces puedo cambiar»
C. Rogers, 1961
Ejercicio práctico
Adaptado del libro «Aprender a practicar mindfulness» de Vicente Simón.
1 · PAUSA DE LA AUTOCOMPASIÓN: una pausa para poner en marcha en tu vida cotidiana, cuando te des cuenta de que estás molesta, en una situación de estrés o cuando notes emociones dolorosas (tristeza, enfado, miedo, rabia, culpa).
- A · Tan pronto te des cuenta (para y observa), identifica que estás pasando por un momento incómodo/doloroso/estresante.
- B · Puedes parar lo que estés haciendo y, quizás poniéndote la mano en el corazón/pecho, reconocer y decirte “este en un momento incómodo/doloroso/frustrante/triste”. Identifica lo que te está ocurriendo en lugar de distraerte o de rumiar sin fin sobre lo ocurrido.
- C · Nota tu cuerpo ¿dónde se manifiesta la emoción? (opresión en el pecho, malestar en el estómago, palpitaciones, ganas de llorar, tensión en la mandíbula) y presta atención mientras te calmas dándote cariño y comprensión como lo harías con alguien querido que está pasando por lo mismo.
- D · Vuelve a sentir tu cuerpo ¿ha cambiado algo? Cultiva el estar presente contigo misma también en momentos difíciles. Con la práctica, tendrás la capacidad de calmarte y darte comprensión. Tal y como lo haces con los demás, y como otras personas importantes son capaces de hacerlo contigo cuando te ven sufrir.
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